La inteligencia emocional consiste en una serie de actividades que sirven para apreciar y expresar de manera justa nuestras propias emociones y las de otros y para emplear nuestra sensibilidad a fin de motivarnos, planificar y realizar de manera cabal nuestra vida.
Las opiniones inconscientes son recuerdos emocionales que se almacenan
en la amígdala. El hipocampo registra los hechos puros, y la amígdala es
la encargada de registrar el «clima emocional» que acompaña a estos
hechos.
Para LeDoux «el hipocampo es una estructura fundamental para reconocer
un rostro como el de su prima, pero es la amígdala la que le agrega el
clima emocional de que no parece tenerla en mucha estima». Esto
significa que el cerebro dispone de dos sistemas de registro, uno para
los hechos ordinarios y otro para los recuerdos con una intensa carga
emocional.
El cerebro usa un sencillo método para registrar recuerdos emocionales
con mucha fuerza: los sistemas de alerta neuroquímica que preparan al
organismo para luchar o huir en un momento de peligro también graban
aquel momento en la memoria con intensidad. Sometido a tensión, ansiedad
o dicha un nervio que va del cerebro a las glándulas suprarrenales (que
están encima de los riñones) provoca secreción de hormonas epinefrina y
norepinefrina; estas mismas activan los receptores del nervio vago y
este transporta mensajes desde el cerebro para regular el corazón y
lleva señales de vuelta al cerebro provocadas por estas mismas dos
hormonas. La amígdala es el lugar más importante del cerebro al que van
estas señales, activan neuronas en la amígdala para indicar a otras
regiones del cerebro que refuercen la memoria para registrar lo
ocurrido, lo cual explica por qué a veces tenemos traumas o recuerdos
emocionales con cierto nivel de intensidad y no sabemos porqué.
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